Había una vez y mas bien sigue habiendo una luna enamorada, enamorada de un ser que era tan distinto a ella que podría pensarse era un amor imposible, el un cuadrúpedo pequeño, mamífero despistado y ocasionalmente atrevido, ella allá en lo alto tan lejos de lo que el vivía como su mundo, tan lejos de su realidad, que no le quedaba mas remedio que observarlo desde ahí. El nunca volteaba a verla por miedo de ser hipnotizado por su blanquecina presencia, pero sabia que el era el objeto de sus largas persecuciones nocturnas, la luna mientras tanto discutía todas las noches y madrugadas con las estrellas quienes afirmaban que ese conejo no tenia nada de especial, ella respondía siempre que ese ser tenia mas luz propia que todas ellas juntas.
Un día el conejo, harto de la situación junto todo el valor que tenia y que no sabe aun de donde sacó para voltear a verla de frente y gritarle con todas las fuerzas de su humilde cuerpo “¿Qué quieres de mi?, déjame pasar una noche sin tu presencia acorralándome, acosándome! Dejame!”. La luna devastada por este reclamo se fue consumiendo noche con noche hasta que un día desapareció… el conejo a pesar de haber logrado su objetivo se sentía de vez en cuando insatisfecho por saberse falto de aquella luz que sin notarlo alumbraba no solo su camino si no también su vida, asi que llorando pidió al universo que esta regresara. Ella, o lo que quedaba de ella entonces, apareció la siguiente noche para de nuevo seguirlo y alumbrar su camino, sin esperar nada a cambio mas que lo que siempre tuvo, la dicha de poder observar sus ojos de espejo en los que pocas veces se veía reflejada, el al verla de regreso sintió una dicha tan inmensa que no pudo expresar ni con todas las palabras que conocía, asi que se lanzo hacia ella con la esperanza de que al tocarla ella pudiera sentir todo aquello que el quería expresar, dio el salto mas grande que cualquier ser en el mundo ha dado alguna vez, hasta llegar a ella y volverse ambos una sola estrella tan inmensa, tan blanca y tan brillante como no se había visto hasta entonces.
Desde entonces ambos se construyen y se destruyen porque no decirlo también, juntos para la eternidad, apareciendo y desapareciendo para alumbrar el camino de seres que no han descubierto aun su luz interior.
29 abr 2009
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